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Aquí os dejo una muestra de lo que voy escribiendo. Muchas obras se desarrollan en el espacio rural de la provincia de Álava, aunque aparecen otros lugares como Jaén o Madrid. Cuando vuelvo al pueblo, a veces me siento como un turista, pero estoy permanentemente, a pesar de que ese universo cambia constantemente. Lo mismo que yo: hoy no soy lo que fui, ni soy lo que seré.

PUPITRES DE ARENA (novela)

PUPITRES DE ARENA




Jesús Orruño Pérez de Aguado



















Esto es una novela. Los personajes han nacido de mi imaginación.Los acontecimientos que aquí se narran son ficticios. Pero todos y todo podrían haber existido o podrán existir un día. Sabemos, además, que la realidad siempre es más cruda.













Copyright
J - 802. 1997
Jesús Orruño Pérez de Aguado






“L’instant de la mort a beau être éloigné de celui de la naissance, la vie est toujours trop courte quand cet espace est mal rempli.”
J.J. Rousseau. “Émile”.

PUPITRES DE ARENA









I
Pedro Ordaiz estaba sentado en la última fila junto a Aitor Ollora. Su conversación no consistía más que en el enunciado de un número y una letra, que era respondido por el interlocutor con una de estas tres palabras : agua, tocado, hundido.
- 3 b.
- Agua.
Tenían especial cuidado de ocultar sus bocas tras las espaldas de los compañeros de delante para evitar ser advertidos por el Cuellof.
- 3 a.
- Agua.
Don Ricardo Cob explicaba a Aristóteles con entusiasmo fingido, ya que su vieja mirada no podía esconder una abulia gestada a lo largo de sus muchos años de aulas. No obstante sonreía. No obstante, se le veía satisfecho de sí mismo enjugándose la boca tras unos labios carnosos y desmesuradamente proyectados hacia adelante. Con ambas manos se agarraba las solapas de su abrigo negro sacando pecho bajo la sotana, a pesar de su edad. De vez en cuando se rascaba la verruga del párpado.
- Aristóteles distingue tres almas : la vegetativa, la sensitiva y la racional. El hombre sólo posee esta última, que es forma de su cuerpo y que implica las otras dos. El hombre posee sensación, fantasía y entendimiento, que es su facultad superior. Ollora y Ordaiz, que ya sé que están jugando a los barcos. A diferencia de Platón, Aristóteles rechaza la doctrina de las ideas innatas...
Pedro y Aitor dejaron su juego naval e intentaron seguir la explicación. ¿De qué hablaba el Cuellof ? Imposible. Ollora se perdió en sus mundos y Ordaiz en los suyos, aunque fingían hallarse en la Grecia filosófica.
No era importante esa clase, todo el mundo copiaba con el libro. Sólo había que cambiar un poco la redacción de las frases. El profesor diría : “¡Si ya sé que están copiando! Por lo menos se lo leerán ahora”. Sólo suspendía a los que transcribían las frases literalmente.
Un avión voló por los aires de la clase y caprichosamente se posó sobre la mesa del profesor, que repitió disfónico :
- Esto es intolerable.
Lo reiteraba abriendo los brazos, pero su afonía parcial y el desdén de sus ojos hacían pensar a sus discípulos que no lo decía con mucho entusiasmo.
- ¿Quién ha sido ? Esto es intolerable. Les voy a suspender a todos.
Nadie respondía. Todos miraban fijamente las tapas de sus pupitres.
- ¡Ollora! ¿Quién ha sido ?
- No sé, don Ricardo. Yo no.
- Tiene usted un cero. Hasta que no me diga quién ha sido ésa será su nota. Esto es intolerable... “Ese entendimiento es separable, impasible y sin mezcla, ya que es por esencia una actividad... Sólo una vez separado es lo que es verdaderamente y sólo esto es inmortal y eterno” - decía Aristóteles.
Pedro y Aitor escondieron la cabeza detrás de sus compañeros y se rieron en silencio.
- ¡El Cuellof! - decía Aitor torciendo exageradamente la cabeza y la boca, sacando la lengua. Pedro apenas podía contener las carcajadas. El primer apodo del profesor fue Cuello Torcido, pero al enterarse los alumnos de que su apellido era Cob, enseguida asimilaron éste a su pescuezo y lo convirtieron en Cuellof.
Acabó la clase de Filosofía, de la que los muchachos sólo retuvieron el nombre de Aristóteles. Lo demás era mucho más complicado. Sin importancia. Los filósofos sabían mucho, pero todos estaban locos. Eran las doce y media y primavera. Sólo quedaba una clase en aquel sábado de 1971. Formación del Espíritu Nacional. Se lo pasarían pipa con el Pitilín, don José Antonio García Fernández, tocayo de Primo de Rivera, fascista soñador, Pitilín por su cara de pene.
En el intervalo entre clases estaba de moda meterse con Ocharpán, alto y rubio, pero colorado y fofo. Les sacaba quince centímetros de estatura, pero era un saco de patatas.
- Ochar, tienes la cara como las acigüembres.
- Acigüembre. ¿Qué es eso ?
-Tu cara -. Y empujaban hacia atrás la mole de su cuerpo, que caía en el suelo formando una unidad yacente con la silla.
Se levantó pesadamente con los vasos sanguíneos de la cara a punto de la explosión y se puso a soltar puñetazos que se perdían en el aire de la clase. El Loco le retaba cubriéndose como un boxeador. Ocharpán se volvía loco de verdad e iba a matar a alguien, cuando apareció en la puerta una nariz roja y alargada bajo unas gafas de concha negra, un traje gris brillante de uso y de roña.
- Me va usted a asesinar a alguno, Gómez.
- Pero si son ellos, que no me dejan en paz.
- Venga, venga, siéntese.
Alguien empezó a pronunciar su mote queda y rítmicamente.
- Ochar-pán, Ochar-pán, Ochar-pán.
Progresivamente se añadieron voces a la primera y la clase se fue convirtiendo en un monótono insulto con un volumen y una intensidad crecientes. Los chicos ocultaban su yo en el rebaño de la clase, que se convirtió en una máquina de vapor cruel e impasible que repetía ya a gritos :
- ¡Ochar-pán! ¡Ochar-pán! ¡Ochar-pán!
El profesor, agitado, se cambió de gafas y gritó :
- ¡Cállense inmediatamente!
Las voces cesaron. Aún se oyó algún Ocharpán descarriado.
- ¿Qué hacen ustedes ? ¿Qué tienen contra Gómez ? Es un buen chico. Además es muy fuerte y cualquier día le va a romper la cabeza a uno de ustedes.
Abrió el libro del Régimen, de pastas rígidas, y habló, como todos los días, de los valores eternos del hombre, preguntó a un alumno qué es España y éste respondió que una unidad de destino en lo universal, explicó los sindicatos verticales, los verdaderos, que evitaban las huelgas y la ruina de la patria. Mientras platicaba, desde el centro del aula, miraba al techo como si esperara que una divinidad confirmara sus palabras. Pedro, en la última fila, estudiaba Matemáticas. Ya sabía lo que tenía que escribir en los exámenes de Política.
Sonó la campana. Una oleada de adolescentes masculinos inundó los pasillos del instituto y después la calle Nieves Cano, donde se fundió con la marea femenina que manaba del instituto propio de su sexo. A Pedro le daban escalofríos en la cabeza viéndolas salir.
- Mira, mira qué buena está ésa.
- ¡Tía buena, ven!
- Pero no le digas eso, coño. Así vas a ligar menos que Robinson Crusoe.
- Vale, vale. Oye, ¿hacemos un guateque mañana ?
- Tú tendrás que buscarte una tía. Yo se lo diré a Cathy. A ver si la veo.
- Porque no pensarás ir al pueblo este fin de semana, ¿ver-dad ?
- No. Allí ya sabes que me toca trabajar en la granja. Luego no hay chavalas y aquí tengo mucho que hacer.
- ¿Vas a empollar ?
- Claro. El examen de Matemáticas. Además tengo que aca-bar un artículo para el periódico.
Por la escalinata de la entrada del “Federico Baraibar” bajaba Cathy contorneando sus caderas de adolescente como una mujer, moviendo armoniosamente los brazos.
- ¡Hola, Pedro! -. Cerró los ojos bajo el rímel de sus pestañas y puso su mejilla a la altura de los labios de Pedro, que la besó.
- Hola, Ollora.
- A mí no me das un beso, ¿o qué ?
- Tú buenos pájaros ves volar.
Llevaba una maxifalda negra, chaleco florido y pendientes largos. Pedro languidecía cuando su perfume le envolvía y debía de poner cara de bobo.
- Bueno, me tengo que ir.
- ¿A qué hora quedamos ?
- Yo te llamo.
Se marchaba. Los amigos se quedaron clavados en la acera.
- ¡Joder! ¡Qué suerte tienes, macho! Estás hecho un don Juan.
- El que puede puede - dijo Pedro orgulloso de su ligue y de sí mismo.
Las hojas nuevas de los olmos brillaban al sol de Vitoria, camino de la residencia.
- ¿Te la follas ?
- ¡Qué va! ¡Quién pudiera!
- Yo todavía no me he jamao un rosco en mi vida. En cambio tú, ¡qué suerte tienes, cabrón!
- Eso es lo que tú te crees. Me hago más pajas que un mo-no.
- Y yo.
La residencia era un especie de colegio menor regentado por laicos. No se comía mal. Los residentes hacían un periódico que se publicaba trimestralmente y era curioso que siendo un establecimiento dependiente de un organismo medio religioso, casi no tuviera censura. Tenía visos de democracia, con su junta de representantes y su junta de gobierno, aunque en realidad esos órganos no decidieran gran cosa.
Después de comer, Pedro revisó algunos artículos que le habían dado para la revista y se puso a escribir :
METAMORFOSIS DE LA MORALIDAD
En la época de nuestras abuelas era casi un delito enseñar los tobillos. Pero éstos pronto empezaron a lucirlos las mujeres. Más tarde las pantorrillas. Hoy los muslos con las minifaldas.
En la época de nuestras abuelas los bañadores eran de cuer-po entero, mientras que hoy nos encontramos con los bikinis. ¿No quiere decir esto que en la actualidad la mente de la gente es más abierta, más tolerante, para las cosas referidas al sexo ?
Antes la fuerza pública multaba a las parejas - incluso casa-das - que se besaban por la calle. Hoy los jóvenes lo hacemos abier-tamente, casi en cualquier lugar. ¿No quiere decir esto que la gente se está dando cuenta de que el sexo no es pecado ? ¿No significa que el sexo es un instrumento para gozar de él dejándose de `prohibiciones beatas ?...Pronto se llegará al amor libre y será el amor lo único que importe en las parejas y no los intereses económicos o familiares.
Era una especie de editorial de la revista de la cual él era redactor jefe. El texto iría acompañado de unos dibujos en los que debería verse la evolución de las faldas de las mujeres desde el siglo pasado hasta el presente. El amor libre. ¡Qué gran utopía se haría realidad! No le gustaba mucho cómo le quedaba su artículo, lo retocaría al día siguiente. Debería ser un poco menos explícito para que no se lo rechazase la censura. Ahora tenía que dejarlo. Como Cathy no le había llamado, saldría con Aitor en busca de una chica para el guateque del sábado. Antes de marcharse, tendría que solicitarlo del subdirector y obtener el permiso. Escribió rápidamente la instancia según el modelo oficial de la residencia :
El abajo firmante......
EXPONE : que los alumnos de 6º de Bachiller y preuniversita-rio de esta residencia desearían realizar una tarde social en la sala de estar superior, acompañados de señoritas, el día X, domingo, desde las 19 a las 22 horas.
Por lo cual,
SOLICITA : les sea concedido dicho permiso.
Al Sr. Subdirector.
Llamó a la puerta del despacho.
- Pase.
- Don Evaristo, quisiéramos hacer una tarde social.
- Hazme una solicitud.
- Aquí la tiene. ¿La va a conceder ?
- Mucho ligas tú, ¿eh ? A ver si me buscas a mí una chavala.
- Je, je.
- Venga, no creo que haya problema.
- Gracias.
Voló escaleras arriba a buscar a Ollora, que sin duda ya había hablado con los demás. Allí estaban todos, en la sala de estar de mayores, algo revueltos. La mayoría no tenían chavala. Eran las seis y a las diez había que estar en la residencia para cenar, sin posibilidad de prórroga en las horas de asueto. Salieron en manada hacia el centro. Pasaron de largo la calle Dato. Era demasiado cara. Llegaron a la Cuchi.
- Así, con tanta gente, las vamos a espantar. Hay que separarse.
Hicieron grupos de cuatro o cinco.
- Ponnos tres claros y un tinto - dijo Pedro en el Oquendo.
Bebieron. En una hora los efluvios etílicos habían alegrado el espíritu de los muchachos que, superada la timidez, estaban dispuestos a enamorar a Raquel Welch, si fuera necesario.
-¿Adónde vais, guapas ?
- Donde a ti no te importa.
- ¡Qué vestido más bonito llevas!
- Me lo ha comprado mi mamá. Je, je -. Miraba a sus compañeras. Más risitas.
Las chicas caminaban deprisa. Los chicos las seguían.
- Tienes un culo como un cesto.
- Cállate, jilipollas. ¿Tú qué quieres ? ¿Ligar ? ¿O que te den un soplamocos ? No le hagas caso a este tío, que está pirao. ¿Queréis venir con nosotros a tomar un vino ?
- Je, je.
Venga, que éste es buen chaval, sólo que un poco burro.
Cuando llegaron a la altura del Kirol, Ordaiz cortó el paso de las chicas con la sonrisa en la boca. Se arrodilló, juntó las palmas de las manos.
- ¡Por favor!
Sierra las miraba suplicante, Ollora con cara de bueno, Arrondo con un poco de lascivia. Todos pensaban : ¡quién pudiera!
Las mozas se miraron.
- Je, je.
- Ji, ji.
- ¡Si no nos dejan pasar!
Entraron todos en el Kirol :
- Pero no os dejamos que nos invitéis. Nosotras pagamos lo nuestro.
- Vale. ¿Cómo os llamáis ?
Todos dijeron sus nombres, su edad, sus aficiones. Estudiaban. Ellos en el Masculino y ellas en el Femenino. Los conocían. Los veían pasar todos los días tras las ventanas del pasillo. Les caían bien, tenían ganas de conocerlos de verdad. Ellas estaban muy buenas. Perdón, eran muy guapas. No sabían cómo no se habían fijado antes. Ahora se alegraban de entablar amistad. A todos les gustaba el cine, pero sobre todo los guateques.
- ¡Pues qué casualidad! Mañana hacemos nosotros uno. ¿Queréis venir ?
- No será en un garaje, ¿verdad ?
- No, no, nada de eso. Nosotros no hacemos guateques cu-tres. Es en la residencia. ¿Venís ?
- Bueno. Si es así, sí.
Quedaron para el día siguiente. Ellas repetían que tenían que marcharse a casa, pero no se iban. Se hicieron las nueve y media. No se iban. A las diez menos cuarto salieron corriendo. ¡Menos mal! Los hombres no podían dejar ver que a las diez tenían que estar en la residencia. Volaron. Cuando traspasaron el umbral, entraban los últimos al comedor. Se sentaron sudorosos a la mesa. ¿Habían ligado los demás ? Uno afirmó con la cabeza, desde su mesa lejana. Sacudió la muñeca a la altura del pecho. Debían de ser unas tías despampanantes.
- ¿Qué vas a hacer con Cathy si te llama mañana, Pedro ?
- Que se joda, que me hubiera llamado hoy.
- ¡Qué duro eres!
- Pss.
Mientras los demás veían la película de la televisión después de cenar, Pedro Ordaiz, en la biblioteca, escribía un poema pensando en Cathy.

Esto sólo es el capítulo primero. Si quieres seguir jeyendo, puedes pedirme el resto por e-mail.

Nací en Vitoria. Empecé a escribir pronto. Continué dando recitales poéticos en los sitios más insospechados de Madrid. Después de tres poemarios, dejé la poesía: a casi nadie le interesaba. ¿Cuántos lectores de poesía hay en este país? Escribí algunos relatos. Luego terminé Filología Francesa, hice oposiciones a profesor de Instituto y viví en varios lugares de Andalucía y de Francia.

Se me ocurrió que de mayor querría ser abogado. Hice Derecho, pero cuando lo terminé, cambié de opinión. Había descubierto que la igualdad entre Derecho y Justicia es una de las grandes falsedades a que la humanidad está sometida. Nuevamente quise ser escritor y me puse a ello de nuevo.

He participado en múltiples actividades de todo tipo (demasiadas y demasiado heterogéneas), entre ellas he dirigido (y dirijo) revistas de centros de enseñanza ( La Revista Palabra, Artejaén ).

Me gano la vida como profesor de Francés de la Escuela de Arte "José Nogué" de Jaén. También doy clases en la UNED.

Ponte en contacto conmigo: orruorru@gmail.com