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Aquí os dejo una muestra de lo que voy escribiendo. Muchas obras se desarrollan en el espacio rural de la provincia de Álava, aunque aparecen otros lugares como Jaén o Madrid. Cuando vuelvo al pueblo, a veces me siento como un turista, pero estoy permanentemente, a pesar de que ese universo cambia constantemente. Lo mismo que yo: hoy no soy lo que fui, ni soy lo que seré.

Mínimo vital

MÍNIMO VITAL

Olegario no era especialmente pesetero, como lo son los impotentes o los frígidos o la mayoría de los políticos - pensaba él - , sino que simplemente estaba muy sensibilizado sobre su situación ante el Fisco (nombre propio muy inquisidor) o la Hacienda Pública (nombre eufémico e hipócrita) o la Agencia Tributaria (nombre muy empresarial y de moda, además de ser el oficial). Tenía doce hijos que habían sido concebidos y paridos por diferentes mujeres: tres de ellas sus esposas consecutivas y otra su accidente.
Olegario (don Olegario) era el jefe del departamento (no sé si escribirlo con mayúscula) de Organoléptica Oleícola de la Universidad de Jaén [nombre muy sonoro y muy raro, pero muy bonito y muy apropiado para un departamento de la Facultad de Ciencias Biológicas (aunque como no existía tal Facultad, lo era de la de Ciencias Experimentales, Exactas, Físicas y Metafísicas - algunos intentaron introducir el apelativo de Parafísicas, pero no fue admitido por mayoría del claustro - ), y para una provincia cuyos principales recursos provenían de la producción de aceite].
Olegario, que tenía muy acusado todo tipo de percepción sensorial (lo cual era lógico, dado el puesto que ocupaba), columbraba más allá de sus cinco sentidos y de su sexo, y se veía a sí mismo laureado de sabiduría científica y de intuición, sobre todo cuando levitaba y contemplaba al mundo y a los hombres (a las mujeres también) como un mapa lleno de gusanos (y gusanas) que se arrastraban ahí abajo, más abajo que su cuerpo inerte abandonado momentáneamente por su poderoso senso.
Olegario era sano y fuerte, pero se ponía enfermo todos los meses de mayo (y parte de junio) cuando tenía que realizar la declaración oficial de sus ingresos y calcular la suma que estaba obligado a abonar de su mal pagado bolsillo por el impuesto sobre la renta y el patrimonio de las personas físicas: encima de cornudo apaleao - pensaba. Nunca tuvo que pasar pensión por alimentos a sus desagradecidas esposas (que jamás supieron apreciar sus valores) pero tampoco se negó a sustentar a su nutrida prole: un padre es un padre, ¡debe serlo!
Olegario era calvo y blasfemo, pero se cuidaba muy bien de hacer alarde de sus bajezas. Por eso llevaba una peluca rubia de pelo de muerto (que parecía viva, teñida de color azafrán a la moda quinceañera) y adaptaba sabiamente su lenguaje a cada situación. Cuando hablaba en público utilizaba una retórica a la vez culta y campechana, lo que le favorecía enormemente, sobre todo teniendo en cuenta que la universidad de Jaén (o su rector) estaba empeñada en extender su poder más allá del campus y necesitaba conferenciantes sabios y fluidos como Olegario, que en poco tiempo se hizo famoso en el ámbito empresarial, no sólo porque sus consejos aumentaron los beneficios de los terratenientes oleícolas, sino porque además, en los inevitables y prodigados ágapes a los que asistía, siempre contaba chistes nuevos y buenos obtenidos de páginas recónditas de Internet, para cuyo hallazgo demostraba una habilidad desconocida.

Esto sólo es el principio. Si quieres seguir jeyendo, puedes pedirme el resto por e-mail.

Nací en Vitoria. Empecé a escribir pronto. Continué dando recitales poéticos en los sitios más insospechados de Madrid. Después de tres poemarios, dejé la poesía: a casi nadie le interesaba. ¿Cuántos lectores de poesía hay en este país? Escribí algunos relatos. Luego terminé Filología Francesa, hice oposiciones a profesor de Instituto y viví en varios lugares de Andalucía y de Francia.

Se me ocurrió que de mayor querría ser abogado. Hice Derecho, pero cuando lo terminé, cambié de opinión. Había descubierto que la igualdad entre Derecho y Justicia es una de las grandes falsedades a que la humanidad está sometida. Nuevamente quise ser escritor y me puse a ello de nuevo.

He participado en múltiples actividades de todo tipo (demasiadas y demasiado heterogéneas), entre ellas he dirigido (y dirijo) revistas de centros de enseñanza ( La Revista Palabra, Artejaén ).

Me gano la vida como profesor de Francés de la Escuela de Arte "José Nogué" de Jaén. También doy clases en la UNED.

Ponte en contacto conmigo: orruorru@gmail.com