Datos personales

Mi foto
Spain
Aquí os dejo una muestra de lo que voy escribiendo. Muchas obras se desarrollan en el espacio rural de la provincia de Álava, aunque aparecen otros lugares como Jaén o Madrid. Cuando vuelvo al pueblo, a veces me siento como un turista, pero estoy permanentemente, a pesar de que ese universo cambia constantemente. Lo mismo que yo: hoy no soy lo que fui, ni soy lo que seré.

La gasolinera del martes

La gasolinera del martes
Jesús Orruño Pérez de Aguado


Pedro Mari tenía siempre tanto frío, que no paraba de fumar para calentarse. Le habían dicho que era mejor fumar puros, que tenían menos alquitrán que los cigarrillos. El médico del pueblo le había advertido que fumar no calienta, lo único que ocurre – le dijo, añorante de sus años de fumador – es que al aspirar el humo de una calada profunda, se siente un extraordinario placer, placer engañoso como ninguno, ya que su único fundamento consiste en que calma el síndrome de abstinencia producido por la ausencia de nicotina... Ese síndrome es tan terrible y tan constante que comienza a sentirse (aunque levemente) tan sólo doce segundos después de haber inhalado una bocanada de humo... Por eso Pedro Mari fumaba purillos, no vegueros ni farias, ni siquiera roslis, sino cigarritos marrones de los que se compran en cajetillas de a diez. Eran mejor que los cigarrillos con tanto papel y sí calentaban (a pesar de los discursos del matasanos). La estufa eléctrica le calentaba los pies y los puritos por dentro; las revistas pornográficas le calentaban el ánimo.
Por aquella carretera no pasaban muchos coches. En aquella gasolinera no repostaban muchos vehículos. Por eso se pasaba la mayor parte del día en el interior de la garita, atiborrada de humo y de escondites para sus revistas (el jefe no le pondría buena cara si las encontrara). Pero de vez en cuando llegaba alguien a echar gasolina y tenía que salir de su fumadero a empuñar el asa helada de una manguera llena de líquido inflamable, a soportar el viento gélido en sus orejas, a intercambiar un inevitable comentario sobre el tiempo o a soportar el habitual insulto de los conocidos: “lléname, Tirillas”; “¿qué pasa?, ¿tienes frío, Tirillas?” Tenía que dejar su purito sobre el cenicero en el interior del cubil y salir a la calle sin el calor de su colilla, abandonado a una intemperie inhóspita y a una conversación aburrida o ultrajante. Su pequeña tagarnina le resultaba tan confortante, que muchas veces se olvidaba de que la tenía entre los labios y salía echar gasolina con ella puesta, como el chupete de un niño, lo cual era motivo de reprensiones del dueño y de los clientes, de bromas y de mofas, y de remordimientos, porque él, despistado de por sí, se daba cuenta de que el día menos pensado quemaría la pequeña estación de servicio, lo cual llegaba a obsesionarle.
Entre repostado y repostado, Pedro Mari inventada historias de amor (iluminado por las ilustraciones de sus magazines, por su natural timidez y por la pertinaz ausencia de calor femenino bajo sus sábanas) y otros cuentos diversos, que brotaban de su imaginación exuberante, abonada por la permanente falta de consideración social, por los oprobios de su jefe, por los gruñidos de su padre.
Como la historia de la enorme piedra y de los buitres había sido un fracaso estrepitoso en los bares del pueblo, aquel martes lardero intentaba elaborar un romance coherente en el que él fuera el galán de la lúbrica rubia que aparecía ante sus ojos con diferentes poses incitantes.

Esto sólo es el principio. Si quieres seguir jeyendo, puedes pedirme el resto por e-mail.

Nací en Vitoria. Empecé a escribir pronto. Continué dando recitales poéticos en los sitios más insospechados de Madrid. Después de tres poemarios, dejé la poesía: a casi nadie le interesaba. ¿Cuántos lectores de poesía hay en este país? Escribí algunos relatos. Luego terminé Filología Francesa, hice oposiciones a profesor de Instituto y viví en varios lugares de Andalucía y de Francia.

Se me ocurrió que de mayor querría ser abogado. Hice Derecho, pero cuando lo terminé, cambié de opinión. Había descubierto que la igualdad entre Derecho y Justicia es una de las grandes falsedades a que la humanidad está sometida. Nuevamente quise ser escritor y me puse a ello de nuevo.

He participado en múltiples actividades de todo tipo (demasiadas y demasiado heterogéneas), entre ellas he dirigido (y dirijo) revistas de centros de enseñanza ( La Revista Palabra, Artejaén ).

Me gano la vida como profesor de Francés de la Escuela de Arte "José Nogué" de Jaén. También doy clases en la UNED.

Ponte en contacto conmigo: orruorru@gmail.com